Sobre la proverbial burocracia y lentitud, desidia y desinterés que afirmaba reinaba en la Unión Soviética donde, para comprar un auto, había que entregar el dinero adelantado y esperar diez años hasta que le entregaran a uno el coche. Eso es lo que hace un ciudadano soviético, va, entrega el dinero y el vendedor le dice: “Muy bien, vuelva dentro de diez años y le entregamos el coche”. “¿De mañana o de tarde?”, pregunta el comprador. “Oiga –le dice el vendedor en un arranque de piadosa sinceridad– es dentro de diez años. ¿Qué importa si es de mañana o de tarde?”. Y el otro contesta: “Es que ese día viene el plomero a casa”.