Tomó una cajita que traía en la mano, abrió el ataúd, y la puso dentro.
─ Su mejor amiga, le dijo: “No creo que hayas sido tan bruta, de haber cumplido la promesa”
La leal esposa contestó: “Yo soy cristiana, y no podía romper la
promesa a su última voluntad”.
¿Le pusiste todo el dinero ahí?
“Claro que sí… tomé todo el dinero, lo conté, lo deposité en mi cuenta, y le giré un cheque por la cantidad exacta, si lo puede cambiar desde donde está, pues ¡¡¡ que se lo gaste !!!